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Opinión

Argumentos ad hominem

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Carta al director. (Dedicado especialmente a todos aquellos que les importa un comino buscar la verdad, lo que les interesa es descalificar a las personas para satisfacer sus más bajos instintos) Sr. Director: En mi anterior escrito quedé emplazado con usted y sus lectores para explicar qué son los argumentos “ad hominen”

Carta al director. (Dedicado especialmente a todos aquellos que les importa un comino buscar la verdad, lo que les interesa es descalificar a las personas para satisfacer sus más bajos instintos)

Sr. Director:

En mi anterior escrito quedé emplazado con usted y sus lectores para explicar qué son los argumentos “ad hominen”

En realidad espero que quede demostrado, al final de este relato, que los argumentos “ad hominem” no son argumentos válidos sino más bien mala baba, basura que quiere pasar por argumento, bazofia pura y dura, cuando no excusas para el crimen.

Pondré algún ejemplo histórico para ilustrar mejor el asunto. Cuando Charles Darwin escribió sus célebres libros “El origen de las especies” y “El origen del hombre” en los que científicamente, con argumentos basados en la anatomía comparada, en la geología, en la taxonomía y en otras muchas ciencias particulares…, enunció la teoría de la evolución de las especies mediante la selección natural, el arzobispo de Canterbury y otros muchísimos reaccionarios se dedicaron a descalificar dicha teoría pintando a Darwin en los periódicos de la época como un mono y diciendo que era posible que él descendiera de algún mono pero que ellos no, que ellos habían sido directamente diseñados por Dios Padre Todopoderoso.

Darwin tuvo suerte. Sólo se mofaron de él.

Miguel Servet, Giordano Bruno, decenas de miles de curanderos que conocían el arte de sanar mediante remedios naturales, fueron quemados, decapitados, ahorcados,… porque en vez de responder con argumentos a sus teorías o curas, les acusaron de herejes.

A Miguel Servet lo mataron porque descubrió la doble circulación de la sangre y se atrevió a publicar sus investigaciones. En realidad lo mataron porque era católico y los calvinistas aprovecharon que el Pisuerga pasa por Valladolid para desembarazarse de un adversario religioso. La Inquisición católica tampoco se quedó manca quemando supuestos herejes.

Cuando la impotencia, la ignorancia o la intransigencia no encuentran argumentos con que atacar las ideas que alguien expresa de manera sensata y argumentativa, una de las trampas a las que se recurre es intentar descalificar a la persona que defiende esas ideas.

Supongamos que alguien dice que dos más dos son cuatro. El que tal cosa ha dicho es un asesino que acaba de comerse crudos a un niño y una niña, un borracho empedernido, un maltratador de sus hijos y esposa, un ladrón que lleva una doble contabilidad de su partido repartiendo sobres con dinero negro hasta al Presidente de su partido que le ampara hasta el día anterior a su ingreso en la cárcel, un familiar de un rey crápula que se lo ha llevado calentito…

Pues bien, si alguien, para contestar a la proposición matemática de que dos más dos son cuatro, sale descalificando a la persona que lo ha dicho porque se llama Bárcenas, Urdangarín, Rajoy, Juan Carlos o Perico el de Los Palotes… está empleando un argumento “ad hominen” porque la verdad o falsedad de la dicha proposición matemática no depende para nada de la bondad o maldad, ni de ninguna otra característica personal de la persona o colectivo que la enuncie  

M. Gamero

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