La guerra de Putin

Si ustedes escuchan al Presidente Sánchez y a los miembros de su gobierno que son del PSOE, nunca le escucharán hablar de la guerra de Rusia y la OTAN (o EE.UU) en Ucrania…

_Si ustedes escuchan al Presidente Sánchez y a los miembros de su gobierno que son del PSOE, nunca le escucharán hablar de la guerra de Rusia y la OTAN (o EE.UU) en Ucrania, ni siquiera de la guerra de Rusia con Ucrania, ni nada por el estilo. Escribo este artículo al escuchar al ministro Félix Bolaño repetir la martingala en el programa del florentinesco Ferreras.

Hablan todos de la guerra de Putin. Lo mismo pasa con algunos otros políticos de la derecha.

No es nada fortuito. Al contrario, es un mantra propagandístico para intentar engañar al público. Forma parte de su guerra de propaganda. También Borrell y otros gerifaltes europeos utilizan la expresión con la misma intención. Dejo a la inteligencia de los lectores averiguar dicha intención.

Para dar alguna pista vamos a hacer el mismo ejercicio que hacen todos estos sujetos con las guerras que ellos o sus países han propiciado por el mundo.

Así la guerra en Yugoslavia (1999), con sus correspondientes bombardeos sobre la población civil, podíamos llamarla la guerra de Solana (Javier Solana era entonces el Secretario General de la OTAN); la guerra de Irak podríamos llamarla la guerra de Bush o la guerra del Trío de las Azores (trío compuesto por Bush, Aznar y Blair, que sería un cuarteto si incluyéramos al anfitrión Durao Barroso), la guerra (que los medios occidentales ocultan) del Yemen podíamos llamarla la guerra de Salman bin Abdulaziz o de su hijo Mohamed bin Salman.

Observen ustedes la habilidad de la propaganda: en este último caso se ignora el nombre del agresor, Arabia Saudita, las pocas veces que se menciona esta guerra. De la misma manera la guerra de Vietnam no sólo no fue nunca la guerra de Nixon, sino, ni tan siquiera la guerra EE.UU-Vietnam.

Las palabras, las frases, están llenas de significados. Utilizar unas u otras no es irrelevante, es sustancial. Tenemos que intentar desenmascarar las artimañas de la propaganda para colonizar nuestros cerebros. Si no, no seremos capaces de tener autonomía mental y no podremos ser personas cabales.