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Opinión

Opinión. Lanzada a moro muerto

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"Lo que quería decirles es que es muy fácil clavar la lanza en un moro muerto. O en un cristiano que para el caso es igual."

_No he de callar, por más que, con el dedo,

Ya tocando la boca, ya la frente,

Silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

 

La frase del titular es bien aclaratoria de lo que quiere expresar.

 

 

No soy filólogo, aunque me interesa mucho la Filología, pero perdonen mi atrevimiento si lanzo mi pensamiento a suponer que esta locución tiene su origen durante el tiempo de las guerras entre moros y cristianos (mando desde aquí saludos a Caravaca de la Cruz y a mi amigo Luis Carmona) disputándose la Península Ibérica.

 

 

Al principio de esta época, las herramientas de matar eran de acero: lanzas,  espadas, dagas,  flechas…. Occidente estaba industrialmente más atrasado que China que, seguramente después de Marco Polo, nos ofreció además de otros productos provechosos como la seda, la maldita pólvora que daría origen a las armas de fuego. Creo recordar que la primera vez que se empleó la pólvora en España, durante la guerra contra los sarracenos, fue en Niebla, provincia de Huelva.

 

Hasta entonces no se podía matar a distancia. Tenías que ver a tu enemigo frente a frente o a muy corta distancia. Matar a un adversario  costaba mucho esfuerzo. Y como la gente caían exhaustos al  matar a cuatro o cinco, antes de que te mataran a ti, y las batallas se daban en el campo, había pocos muertos y todos eran soldados, ninguno civil.

 

El progreso (¿he dicho progreso?) nos ha hecho más bestias e insensibles. Ahora, un piloto, con total impunidad, puede tirar una bomba atómica y matar millones de criaturas. No es un sueño. Las actuales bombas atómicas son miles de veces más potentes que las de Hiroshima y Nagasaki.

 

Pero dejemos este terreno y vayamos al grano de lo que quería contarles a ustedes con este artículo. Lo que quería decirles es que es muy fácil clavar la lanza en un moro muerto. O en un cristiano que para el caso es igual.

 

 

Eso es lo que acaba de hacer la prensa norteamericana con Donald Trump. Hoy dio, el mentiroso Presidente de los Estados Unidos, una rueda de prensa. Ante la sarta de mentiras que el hombre escupía por su boca, la inmensa mayoría de los periodistas presentes se fueron de la reunión y dejaron de cubrir la citada comparecencia.

 

Una vez muerto el moro Trump, lanzadas a él. Más de cuatro años mintiendo debiera haber sido motivo suficiente para que la prensa hubiera actuado de tan “gallarda” manera.

 

Pero el mundo que tenemos es así: la valentía brilla por su ausencia. La cobardía está ganando la batalla.

 

¡Que los dioses nos protejan!

 

 

 

 

 

 

 

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