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Entrevistas

Pérez Tapias abandona el PSOE

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“Solo un proceso constituyente nos puede sacar de esta crisis, y el PSOE no está en ello”…

“Solo un proceso constituyente nos puede sacar de esta crisis, y el PSOE no está en ello”

 

José Antonio Pérez-Tapias (Sevilla, 1955) abandona el PSOE. El líder de la corriente Izquierda Socialista ha decidido poner fin a 25 años de militancia con una carta, breve y amable, al Secretario General, Pedro Sánchez, al que apoyó lealmente en las últimas primarias socialistas. Solo nueve meses después de la victoria de Sánchez con el lema Somos la izquierda, el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada​ explica en esta entrevista los motivos, largamente meditados, que le han llevado a renunciar al carnet socialista. Sobre el futuro, Pérez-Tapias descarta ingresar en Podemos y afirma que seguirá trabajando por la construcción de la izquierda. 

 

¿Por qué toma la decisión? ¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado tras 25 años de militancia?

 

Como he transmitido a Pedro Sánchez al comunicarle mi baja en el PSOE, mi decisión tiene que ver con que, tras 25 años de militancia activa, es momento para ello, por más que dicha decisión no me sea fácil y ni mucho menos agradable. Pero no puedo soslayarla, dada la heterodoxia de los planteamientos políticos que sostengo y que son públicamente conocidos, entre otros los relativos al conflicto de Catalunya y a la crisis del Estado. Por defender los mismos no quiero dar lugar a malentendidos ni en el seno del Partido ni de cara a la opinión pública. Cuando se produce un distanciamiento patente entre las posiciones que uno defiende y las que sostiene la organización a la que se pertenece llega la hora de salir de esa organización, máxime cuando no se puede constatar la existencia siquiera de una minoría relevante que comparta dichas posiciones para tratar de hacerlas operativas en el seno del partido. No veo que se avance seriamente hacia el objetivo, que considero imprescindible, de un Estado federal plurinacional.

 

Es más, como he planteado por escrito en publicaciones diversas, pienso que la crisis del Estado español es de tal profundidad que sólo el promover un proceso constituyente para replantear su arquitectura nos puede sacar del atolladero. No parece que en el PSOE haya intención de transitar por ese camino. Y, sin embargo, pienso que desbrozarlo es responsabilidad colectiva. 

 

Pedro Sánchez ganó las primarias cantando la Internacional y con el lema Somos la izquierda. ¿Qué queda de aquello?

 

Las primarias del PSOE en las que Pedro Sánchez ganó la Secretaría General supusieron momentos especialmente intensos de la vida del PSOE. Veníamos de la fuerte crisis interna generada por el derrocamiento al que fue sometido para que dejara la dirección del partido. Había que recomponer esa situación, salir de la honda división que se generó en la organización, reorientar la acción política del PSOE hacia la izquierda y activar todo el potencial de una militancia absolutamente desmoralizada a la vez que ávida de compromiso político bajo señas de identidad socialista. Fue esa militancia la que se movilizó hasta llevar con su voto a Pedro Sánchez a la Secretaría General. Por mi parte, me sumé a ese proceso colectivo pensando que era la salida viable y digna para el PSOE. ¡Y claro que se cantaba la Internacional en los actos! De nuevo se entonaba como manifestación de un entusiasmo que buscaba cauce político. El lema “Somos izquierda” ofreció una identidad inequívoca, la cual era uno de los elementos claves para reconstruir proyecto y presentarse de nuevo ante el electorado y la sociedad en su conjunto recuperando un perfil que se había desdibujado. ¿Qué queda de todo ello? Queda la voluntad de seguir trabajando para que el Partido Socialista sea reconocible como claramente ubicado en la izquierda y con capacidad de presentar alternativas frente a la derecha. Eso no es exactamente lo mismo que ser partido de gobierno, pues se trata de alcanzar el gobierno para hacer políticas de izquierda, lo cual requiere un amplio respaldo político y social. Por ello sigo insistiendo en la necesidad de articular la pluralidad de la izquierda y seguir perfilando una política de alianzas en ese sentido. Por ello, también le ha manifestado a Pedro Sánchez que desde fuera del PSOE seguiré trabajando por un proyecto socialista que de manera creíble e innovadora se inserte en la pluralidad de la izquierda para lograr presentar las alternativas a la derecha que urgentemente necesitamos en España.

 

En su carta cita a Cataluña como la mayor discrepancia. El 6 de noviembre escribió una carta al Comité Federal pidiendo una reforma federal y una denuncia de los excesos judiciales contra el soberanismo. ¿Ha renunciado el PSOE al federalismo? 

 

Retomando la cuestión… No diré que el PSOE ha renunciado al federalismo. Tampoco lo ha hecho a la plurinacionalidad. El 39 Congreso recogió esas cuestiones. Ahora bien, mi opinión es que el PSOE debe       perfilar con claridad qué solución federal propone para el Estado español, algo indispensable para entrar en el debate político sobre cuestión tan crucial. Ir a un Estado federal requiere un pacto federal explícito como ingrediente fundamental para un nuevo pacto constitucional. No se va a un Estado federal con una mera modernización del Estado de las autonomías, modelo ya agotado, con todo lo que dio de sí. Y si hablamos de federalismo plurinacional, la realidad de las naciones no puede quedarse reducida a una mera identidad cultural. Eso es necesario, pero no es suficiente. Basta ver en qué términos se plantea el conflicto político que se da en Catalunya y en qué términos se enuncian cuestiones por resolver, por ejemplo, en Euskadi. Después de cuarenta años de Constitución del 78, en España es la hora de abordar con la indispensable audacia la “cuestión de las naciones”. Audacia no es temeridad. Lo temerario es no abordar como se debe un problema que cada vez se presenta de forma más aguda. 

 

¿Por qué cree que Sánchez ha optado por desaparecer de la escena pública? ¿A qué achaca su alineamiento con Rajoy? ¿Motivos electorales? ¿El giro a la derecha del país? ¿Una concesión a los medios concertados para que le traten mejor?

 

Se trata de una cuestión de estrategia o, mejor, de táctica política. Mi decisión no tiene nada que ver con eso, pero, sin duda, ahí está la pregunta. Mucha gente se la hace. Imagino que como líder político, y en circunstancias difíciles al no tener escaño en el Congreso, Pedro Sánchez mide al detalle sus comparecencias públicas. Lo importante es no eludir las cuestiones cruciales respecto a las cuales la ciudadanía, y por supuesto la militancia socialista, espera una toma de posición, un criterio, una orientación para la acción que no siempre ha de ser para las actuaciones inmediatas. Por lo demás, ya he dicho en otros momentos que si el PSOE se alinea demasiado al lado del PP pierde espacio para poner de relieve su mismo potencial de alternativa. En torno a la tan traída y llevada aplicación del 155 de la CE para la intervención de las instituciones del autogobierno de Catalunya, mi apreciación es que el PSOE, por más que pusiera reparos, no marcó distancias respecto a un procedimiento discutible, lleno de lagunas y de previsibles consecuencias también negativas, no contempladas como se debiera. Ahí está el resultado de las elecciones catalanas del 21D, del cual muchos se sorprenden al repetir la situación parlamentaria anterior en términos globales, con las variantes del crecimiento de Ciudadanos y el descenso del PP. Los cálculos electoralistas son muchas veces tan sesgados y cortoplacistas que la realidad los supera hasta en las mismas elecciones para los que se hicieron. En el mismo sentido, determinadas decisiones buscando más el favor de los medios que lo que ha de ser respuesta política eficaz son de rentabilidad más que reducida, si se quiere decir en esos términos. Tal consideración es aplicable a ciertos criterios con los que, al parecer, el grupo parlamentario socialista ha elaborado su nómina de comparecientes para la Comisión de evaluación del Estado de las autonomías en el Congreso de los Diputados. 

 

Sobre la crisis de Estado, ¿cree necesaria y posible una reforma constitucional? Dada la actual correlación de fuerzas, ¿no saldría una Constitución aun peor, más centralista y represiva?

 

He mencionado mi posición favorable no sólo a una reforma constitucional, sino a un proceso constituyente. Muchos miran con desdén tal propuesta, viéndola como propia de un enfoque izquierdista ajeno a la realidad. Soy consciente de ello. Pero devuelvo la pelota: es propio de un enfoque marcadamente conservador no atreverse a que la sociedad española y los representantes políticos de la ciudadanía no acometan la reconstrucción del pacto constitucional necesario para que el Estado español sea viable con garantías de futuro. El nacionalismo españolista que se cierra a entrar a fondo en la cuestión actúa contra ese mismo futuro del Estado que dice defender. Es verdad que para ello es necesario resolver algunas cuestiones de calado que requieren amplio debate, como es el caso de lo relativo a un concepto de soberanía muy trasnochado que, además, no se ve respaldado por la realidad. Sólo una idea mitificada de soberanía impide tratar asuntos como el relativo a soberanías compartidas –por cierto, del que ya hablaba el PSC en 2012 cuando también asumió el “derecho a decidir”, antes de caer en la trampa de dejar que se identificara con “derecho de autodeterminación”–. En fin, son problemas cuya solución no se alcanza en tres meses, pero es necesario ponerlos sobre la mesa y empezar a dialogar en serio, que es algo más que negociar. Diré de paso que sin resolver las cuestiones de reconocimiento –en este caso, de la pluralidad nacional– no se solucionarán de verdad los temas de redistribución y de sistema de financiación, por ejemplo. 

 

¿Qué piensa hacer ahora? ¿Entrará en Podemos? ¿Fundará un nuevo espacio político? ¿Quiénes serán sus nuevos compañeros de viaje?

 

La verdad es que he tomado la decisión de salir del PSOE por los motivos aducidos y a ella no se añade ninguna otra. Pienso que mi aportación puede ser interesante como contribución al debate en el seno de la izquierda y a las ideas que desde la izquierda se proyectan al conjunto de la sociedad. Y ahí encuentro muchas personas y colectivos con los que coincidir –también del Partido Socialista- para seguir llevando a cabo una reflexión colectiva que nos es de todo punto imprescindible. De hecho, vengo colaborando con distintas organizaciones, más allá de las adscripciones de partido, desde tiempo atrás. 

 

Por último, ¿qué balance hace de estos 25 años de militancia? ¿Cómo ha cambiado el PSOE y el país en ese tiempo?

 

Personalmente, el balance de veinticinco años de militancia socialista es positivo. En ese sentido le expresaba a Pedro Sánchez mis motivos de agradecimiento. En primer lugar, al partido como tal, por las oportunidades que tuve de  desempeñar tanto responsabilidades orgánicas como cargos institucionales al servicio de la ciudadanía y de lo que supone el proyecto socialista. En segundo lugar, por la positiva experiencia durante más de dos décadas compartiendo militancia con muy valiosos compañeros y compañeras. Especialmente, la tarea política realizada desde la corriente Izquierda Socialista, desde su condición minoritaria, siempre mereció la pena. Y, en tercer lugar, es motivo de gratitud la acogida que encontré, más allá del respaldo en votos, cuando presenté mi candidatura a la secretaría general del Partido, en el proceso de primarias de 2014, cuando Pedro Sánchez salió por primera vez como Secretario general. Por lo demás, desde 1993 hasta ahora el PSOE ha cambiado sensiblemente. Todavía gobernaba Felipe González, ya en serias dificultades, entre otras cosas también por temas de corrupción entonces y de los coletazos de asuntos escabrosos, como el tema GAL. Pensé que era el momento de implicarme en el Partido Socialista atendiendo a unas condiciones que iban a exigir una reformulación del proyecto socialista ante las nuevas circunstancias que se avecinaban. Fueron las de las victorias de la derecha hasta que, con Zapatero al frente, el PSOE volvió de nuevo al gobierno, con capacidad de implementar nuevas políticas sociales, en torno a derechos de ciudadanía, de memoria histórica, de nuevo enfoque para la cuestión territorial… Pero el PSOE aún no ha salido de la crisis que afecta a la socialdemocracia europea, tras décadas de hegemonía neoliberal y en el marco del proceso de globalización que ha hecho que cambien las coordenadas políticas en las que nos movemos. Las soluciones ya no pueden ser las que se pensaban para ser aplicadas sin más en el contexto de un Estado nacional. Éste se halla hoy desbordado por el mercado, y hasta realidades supranacionales como la UE están hoy sometidas a las dinámicas del capitalismo financiero. La izquierda, una vez más, ha de reconstruirse para ganar confianza y credibilidad… Hay muchos cabos que atar en torno a desempleo y precariado, ecología y economía, educación y sanidad, exigencias de igualdad social y de género, objetivos de justicia que no pueden dejar atrás a refugiados e inmigrantes… Necesitamos más democracia y necesitamos perfilar qué democracia queremos como ese sistema político de mediación participativa entre la sociedad, el Estado y lo que está más allá del Estado. ¡Hay tarea!

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